MultiDiálogos
¿EXISTE
LITERATURA INFANTIL?
(páginas 149 - 166)
Pepita
Turina
PTurina.—¿EXISTE
LITERATURA INFANTIL? A épocas preliterarias se remontan
los relatos. Por sus antecedentes históricas, las
narraciones orales en las largas noches de un pasado
sin imprenta, sin libros, sin luz eléctrica, sin cine,
sin radio, sin televisión que se hacían en las tertulias
familiares, al aire libre en las noches lunadas, en
las noches calurosas, y a la orilla del fuego y de
las lámparas manuales en el invierno, no eran especialmente
para los niños. Sujetos a sus mayores, pasaban mucho
tiempo al lado de sus familiares, de sus padres, de
sus cuidadores hogareños. Antes, al niño no se le
miraba “especialmente”, para dividir lo que se narraba
en relatos para adultos y relatos para niños. La narración
nació con el lenguaje del hombre, el lenguaje en frases.
Los cuentos tradicionales llegaron a los niños por
la necesidad de entretenimiento de los adultos, y
otras razones del hombre y no del niño.
JorgeLuisBorges.—No
creo en la Literatura Infantil.
PTurina.—Hay
muchas razones lógicas, históricas, para no creer
en ella. Las fábulas de animales, que consideramos
tan apropiadas para los niños, como hechas a su medida,
no fueron para ellos. Esopo, el griego, lejanamente
antes de Cristo, La Fontaine, el francés del siglo
XVII, y Samaniego, el español del siglo XVIII, expresaron
como artistas, por medio de los animales, los modelos
representativos de sus intenciones creadoras.
LucienHerr.—La
Fontaine escribió sus fábulas no sólo para alegrar
a los demás sino a sí mismo, mientras las escribía.
Eran sus alegres comentarios franceses a sus lecturas
de Esopo.
PTurina.—El
contenido social de las fábulas es innegable.
GuillermoThiele.—La
fábula de animales prosperó donde urgía manifestar
cierta protesta política, cierta crítica social. Por
ello, el género de las fábulas tuvo mayor arraigo
en Oriente, bajo regímenes absolutistas, y no es imposible
que haya hasta cierta influencia oriental en la fábula
griega. Cuando uno, sin que lo cuelguen, no puede
decir: nuestro rey es un zorro, siempre puede decir:
Una vez, en alguna parte el zorro llegó a ser rey...
Cuando los hombres callan, hablarán los animales;
he ahí la fórmula de la así llamada fábula. La fábula
es una tendencia rebelde, es una protesta en lenguaje
disimulado que simboliza, enmascara a personajes humanos.
PTurina.—Cuando
los hombres silencian su crítica o su protesta, cuando
quieren decir algo que no los delate abiertamente,
hablan por ellos los animales. ¿Y la moraleja de las
fábulas? Es recurso educativo que el adulto introdujo
en el baño de las fábulas donde sumergió a los niños
y en el cual siguen sumergiéndose muy a gusto, pero
sin la detestable moraleja que el niño no ha necesitado
jamás.
GuillermoThiele.—A
cada fábula un pedante, o varios pedantes de esos
que ni de noche duermen, sino con el dedo índice en
alto predicando moral, han agregado una moraleja que
saca de la fábula más sabrosa una enseñanza seca que,
por abstracta, no dice nada de nada.
PTurina.—La
adivinanza, en el folklore, también tiene un sentido
social. Vincula. Formó parte en otra época de las
tertulies familiares. En Chile, al lado de los braseros
de las materas, en las juntas de campesinos,
en los velorios del pueblo para alegrar las
horas de duelo. La adivinanza es más que un simple
pasatiempo infantil, es más que una amable entretención;
es uno de los capítulos de la ciencia que estudia
la cultura de las clases populares. Rigió costumbres,
normas en las sociedades pasadas, Por las adivinanzas
se conoció el índice cultural de los pueblos.
PaulSebillot.—La
reina de Saba propuso adivinanzas enigmáticas en su
época. Los estonianos condenados a muerte no eran
sacrificados si daban solución a las adivinanzas que
se les proponían.
PTurina—Deben
de haber sido ajusticiados todos, porque las, adivinanzas
están hechas para no ser adivinadas nunca, ni aun
las más fáciles. El niño ni siquiera adivina que se
trata de EL HUEVO aquella de: Blanco es, la gallina
lo pone, en manteca se fríe y con pan se come. Ahora
aquellas otras de algo tan conocido como El Trompo
y la Huaraca que se enrolla para hacerlo bailar, son
dificultosas: Para bailar me pongo la capa, porque
con capa no puedo bailar, para bailar me quito la
capa, porque con capa no puedo bailar. La adivinanza
es tan sutil; tan inteligente, que su exactitud, metafórica
no la dilucida ni la sagacidad del adulto.
Jesualdo.—¿Les
interesa, les gusta a los niños la poesía? ¿Sirve
ella efectivamente en algún aspecto de la cultura?’
En general se puede contestar afirmativamente, sin
ser desmentido, que sí, que ella le interesa, siempre
que reúna las condiciones exigidas por él.
PTurina.—El
ritmo musical del verso suele despertar la simpatía
del niño, y con un poco de empeño puede aprender versos
de memoria. Está en la edad del aprendizaje y del
desarrollo de la memoria. Y esto se ha hecho una razón
pedagógica para que en los programas escolares se
incluya un material de poesía, puesta al servicio
de acrecentar o despertar en el niño el gusto por
la buena literatura. ¿Buena? No toda es buena ni adecuada.
Y, aparte de los programas de la escuela, no faltan
miembros de la familia del niño, que en el hogar,
creyendo educarlo, caen en elecciones poco felices
y “amaestran” al pequeño para que diga cosas que apremian
que diga con motivo de un cumpleaños, del día de la
madre, o cualquier fecha que a ellos les conmueve
no al niño.
Jesualdo.—Se
necesita en el maestro cierta, dosis de sensibilidad
y tacto poético para conducirlo más allá de esa mala
factura literaria que se suele servir a los niños,
a fin de que éstos sean capaces de desentrañar los
verdaderos elementos emocionales que ella posee.
PTurina.—A
la educación le ha fascinado siempre inculcar ciertas
virtudes que se consideran imprescindibles, entre
ellas la moral que es un sentimiento exclusivamente
adulto. Si un pequeño tiene que aprender una poesía
así, obligado por padres y profesores, aborrece la
mortificación que le significa el aprendizaje forzado
de una poesía alejada de sus intereses de niño. Las
selecciones poéticas que priman en las lecturas obligadas
de los escolares de muchos países del inundo —para
que los escolares aprendan de memoria o reciten horrorosamente
mal en las fiestas escolares— generalmente carecen
de calidad poética. A la patria, a la madre, a la
familia se las ama —o se las llega a amar— por otras
razones que las de aprender versos en la niñez. Cuando
se es niño, la patria es sólo un concepto abstracto.
Ciudadano adulto, si la patria es cobijadora la amará,
indudablemente.
HumbertoDíazCasanueva.—No
debe enseñarse poesía a los niños porque el programa
escolar lo manda, sino porque el interés del niño
lo determina. Debe tomarse en cuenta el goce placentero
que debe inundar el alma del niño.
PTurina.—La
poesía es una poesía para niños cuando no es deliberada.
Poetas que no escriben para niños tienen versos que
llegan a ellos.
MaríaGálvez.—He
hecho memorizar a mis alumnos de enseñanza básica,
algunas ODAS ELEMENTALES del poeta Pablo Neruda y
las han aprendido con gusto, porque tratan de asuntos
que el niño conoce y relaciona.
PTurina.—Se
han publicado en el mundo pocas Antologías de poetas,
universales en relación con tantas otras mal seleccionadas.
En 1928 ¡cuántos años ya! Humberto Días Casanueva
publicó en Chile una Antología hasta hoy no superada,
de poetas universales, conteniendo romances del folklore,
trabalenguas, versos sin ton ni son. y todo aquello
que es esencialmente poesía impregnada de ritmo y
de belleza, ajena a la sentencia impositiva “poesía
infantil”. En una de las páginas de esa Antología
se encuentra el poema de Walt Whitman, “A una locomotora”
y el niño de hoy se siente tan fascinado por las locomotoras
como en su tiempo fascinaron al poeta norteamericano.
Oreste Plath seleccionó en su Antología LUCIERNAGA,
versos de poetas chilenos para niños, y no de aquellos
que escriben bajo la creencia de que las palabras
vulgares, intrascendentes, mediocres, educativas,
en diminutivo, son para la edad pueril, y no las del
poeta-poeta que conmueve por la única razón de serlo,
Rubén Darío no escribió para niños y su poema con
intenciones adultas, escrito para Margarita Debayle,
le resultó un encantador poema preferido por
los niños. “Este era un rey que tenía / un palacio
de diamantes, / una tienda hecha del día, / y un rebaño
de elefantes, / un quiosco de malaquita, / un gran
manto de tisú, / y una gentil princesita. / tan
bonita, / Margarita,/ tan bonita como tú”.
JesúsMaríaVásquez.—Nuestro
siglo podría ser llamado la Edad de los Niños. El
niño no es un pequeño hombre. El niño tiene sus derechos
que las Naciones Unidas han proclamado. El niño es
socialmente el ser más importante. La literatura y
las publicaciones del niño y para el niño no son ya
un género menor.
PTurina.—Escribir
para: los, niños no es fácil ni difícil: simplemente
es. Los poetas pueden tener múltiples razones para
escribir poesías para los niños (necesidad creadora,
pasatiempo, interés por la infancia), o aquella intimidad
que mantiene vívidos los recuerdos de los primeros
años de la vida, rememorándolos como un tiempo de
máxima bienaventuranza. Y bien sabemos que en aquella
“edad feliz” también hay lágrimas. ¿Acaso los niños
no lloran? El niño no añora su infancia: la vive.
Ese niño que fuimos no siempre perdura en nosotros
y tampoco, es posible escribir para los niños, cuando
el recuerdo está alterado por vivencias posteriores,
que quiebran y desvirtúan el proceso de la memoria,
resbalando hacia equivocaciones. Los poetas que se
complacen en los juegos de la sonoridad —la glosalalia,
la jitanjáfora, la similicadencia—, los que versifican
el juego sonoro en sí mismo y sus derivaciones mágicas,
son los que están más cerca de la comprensión y el
entretenimiento de los niños. Un niño se alegra enormemente
de que le regalen una caja de fósforos, y si revisamos
su cama, tantas veces encontraremos que, a ella ha
llevado sus “tesoros”: una hebra de lana, un naipe
viejo, un caracol muerto, una piedrecilla, un pedazo
de tiza, cualquier insignificancia. Ante la colección
pueril de un ser que no ha llevado a su cama preocupaciones
económicas, angustias sexuales, envidias, rencores,
inquietudes políticas y sociales, se puede vislumbrar
lo que es un alma de niño. No, no es aquella a la
que se trastorna con una poesía teñida de nostalgias,
de tormentos, de deseos y pasiones adultas, de sedimentos
y... de pedagogía.
PamelaTravers.—Tengo
la sensación de que nadie escribe para niños. Es una
convicción real de que yo no escribo para niños. Me
siento inclinada a pensar que existe tal campo, pero
dudo de que sea un campo válido. La literatura infantil
ha sido creada no sólo por escritores, sino por publicistas
y libreros, como una forma comercial. Si alguna vez
me hubieran dicho mientras escribía Mary Poppins de
que lo que estaba haciendo era para niños, me hubiera
aterrorizado.
PTurina.—Bajo
la luz horadante de las investigaciones modernas,
los cuentos tradicionales han caído bajo el anatema
de que no fueron escritos para los niños, ni son adecuados
para ellos. Cuentos del pasado, que hasta hoy subsisten,
abundan en elementos de violencia y terror. BLANCA
NIEVES describe las artimañas de una mujer envidiosa
para asesinar a su hijastra, PULGARCITO narra las
vicisitudes de un sietemesino microscópico devorado
varias veces por distintos animales. HANSEL Y GRETEL
es la historia de una malvada bruja que ha construido
una casa de golosinas para atraer a la pareja de niños
y engordados como pavos para comérselos. Se ha aceptado
como “cuento infantil” BARBA AZUL, el bestial homicida
que tiene colgados en su habitación los cadáveres
de sus seis esposas por él asesinadas. Cuántas generaciones
se han deleitado con los cuentos de LAS MIL Y UNA
NOCHES, que se transmitían primero oralmente y después
se escribieron. Esas narraciones no fueron ideadas
para niños y están basadas en la terrorífica leyenda
del sultán Shariar. Una sola muestra: en ALI BABA
y los 40 LADRONES, matan a Cassin, hermano mayor del
protagonista, descuartizan su cadáver y lo exhiben
a la entrada de una cueva.
PamelaTravers.—Escribí
por placer personal. Hay un auto satisfacción en escribir;
satisfacerse a sí mismo.
PTurina.—¿Hasta
qué punto un hombre que escribe autobiográficamente
escribe para los niños? En cada cuento de ese celebérrimo
dinamarqués llamado Hans Christian Andersen, se encuentran
episodios de su vida. Abundan sus recuerdos y sensaciones.
Sus personajes revelan los perfiles de lo personal
Y los paisajes y los ambientes reflejan detalles y
episodios de “su” acontecer.
JoséGuillermoHuertas.—El
lector andersoniano descubre en los escritos de Andersen,
resonancia de sus días, ecos biográficos. Desde aquella
impresión que le causó un ferrocarril cuando lo vio
por primera vez, hasta su egolatría reflejada en esa
flor de cuento que se llama EL PATITO FEO, donde el
pequeño pato que parecía el más feo, esmirriado, a
todas luces diferente, era nada menos que un cisne,
que al crecer desplegó su belleza inusitada ante el
asombro de todos, belleza imposible de comparar con
la hechura de los demás.
PTurina.—Los
literatos alemanes conocidos como LOS HERMANOS GRIMM
eran arqueólogos, filólogos, investigadores. Cifraron
su empeño en la investigación erudita, en el folklore
y así reunieron ochenta y seis cuentos. Y no les interesaba
el mérito que ellos pudieran tener como obra de entretenimiento.
Tampoco les interesaba publicarlos. Los tenían guardados
como “material de consulta”, hasta que un amigo —Achim
von Arnis— insistió en que se publicaran. Y en 1812,
en fecha cercana a la Navidad se puso en venta la
primera edición de CUENTOS PARA NIÑOS Y EL HOGAR.
PERRAULT, extractador de documentos de antiguas literaturas,
analizado modernamente, desde puntos de vista freudianos
y psicológicos, fue un rebelde y dejó en sus cuentos
las torturas interiores que no le abandonaban, sus
“complejos” y sus fallas. Marc Soriano, el psicólogo
francés, le ha hecho un análisis espeluznante. Con
un criterio más desapasionado, que se aleja de las
opiniones de Soriano, digo, basada en observaciones
directas durante treinta años, que al niño se le queda
más ese final feliz de LA CENICIENTA que siempre espera
y la torturante madrastra y las insoportables hermanastras
pasan a un plano casi inexistente, no son analizadas
por los pequeños esas inclinaciones perversas, tan
desconocidas para ellos, que nada dicen a su imaginación.
CHARLES LUTWIDGE DOGSON, conocido por su seudónimo
LEWIS CARROL y como autor de ALICIA EN EL PAIS DE
LAS MARAVILLAS, era, antes que escritor de libros
para niños, matemático, fotógrafo, dibujante, poeta.
Inventó su caótica creación, de sentido bastante profundo
que no alcanza a la comprensión de muchos adultos.
Sin embargo, entra gloriosamente en “literatura infantil”.
Y las cien mil cartas de sus pequeñas admiradoras
que recibió en el lapso de 36 años, así lo atestiguan.
Esas cartas. ¿Las escribieron de por sí, espontáneamente
sus minilectoras, o como las cartas que se escriben
al Viejo Pascuero, fueron la ampliación de un mito
fomentado por los mayores? En la BBC de Londres se
intentó presentar por televisión, como un regalo literario
el día de Pascua de Navidad, una adaptación de “Alicia
en el país de las maravillas”. Y a última hora se
prohibió por “impropia para niños”. Algunos psicólogos
han empezado a decir ¡cuidado con las maravillas de
Alicia!.
JorgeLuisBorges.—Swift,
hombre de amargura esencial se propuso en la crónica
de los viajes del capitán Lemuel Gulliver la difamación
del género humano. Los viajes a la diminuta república
de Liliput y a la desmesurada de Brobdingnag término
siendo un libro para niños.
PTurina.—Prosiguiendo
en el tiempo, la pasión por la literatura de Selma
Lagerlöf nació cuando logró un premio literario
por su trabajo sobre una leyenda que más tarde configuró
como su obra maestra: “,L a ®®l e y e n d
a d e G ö s t a B e r l i n g”. Otro libro
que ayudó a su fama fue: “El maravilloso viaje de
Nils Hölgerson a través de Suecia”. En un homenaje
realizado en su honor, al recibir el Premio Nobel
en 1909, sentada al lado de Thomas Mann, le dijo algo
así: “Ignoro por qué he agradado tanto a los
niños del mundo. Me resulta una sorpresa.
:Puedo asegurarle que cuando escribí mis libros estaba
muy lejos de pensar en ello”.
PamelaTravers.—Si
hubiera pensado que Mary Poppins era para niños, al
escribirlo tendría que haberme hecho la pregunta inevitable
¿para qué niños? Esta palabra niños es un gran paraguas
con que los adultos cubren a todos los que existen.
¿Estaba escribiendo para niños japoneses, contando
para un país de habitantes que no tienen escaleras
en sus casas, de cómo uno se resbaló en un peldaño?
¿Para niños de Africa que nunca han visto un paraguas
ni menos usado uno?
PTurina.—Al
otogársele en 1964, el Premio Andersen, al francés
René Guillot, autor de 80 libros para niños, dijo
el Presidente del Jurado:
JoséAzaola.—Se
encontraba Gillot en París, recién terminada la segunda
guerra mundial, antes de la cual había publicado dos
o tres novelas dedicadas al público adulto. En sus
horas libres produjo una novela policíaca. Guillot
tenía 46 años, cuando un editor le dijo: “Es demasiado
ingrato escribir en Francia novelas policíacas. Si
usted se dedica a este género se esforzará mucho y
cosechará poco fruto. Pero usted tiene imaginación,
puede escribir buenos libros de aventuras. Estoy seguro
de que tiene ideas de las que pueden salir excelentes
novelas para los chicos.
PTurina.—Y
así es como Guillot empezó a escribir para los niños.
¿Sólo en Francia ha sucedido esto? Parecidamente en
Chile.
HernánDelSolar.—En
1945 nació la editorial Rapa-Nui, que ayudé a organizar.
Muchos escritores prometían libros, pero desgraciadamente
no cumplían en el tiempo requerido. Y había que entregar
material a las prensas. Comencé a escribir libros
para niños.
PTurina.—En
la misma entrevista, confiesa que su gran satisfacción
es la crítica literaria. Es decir, aquel escritor
que elevó en Chile la categoría de la Literatura Infantil
a Premio Nacional de Literatura da a entender que
escribió para niños por obligación, y que le fue fácil,
ya que muchos de sus libros fueron hechos al correr
de la máquina de escribir, en una tarde. No es posible
asegurar entonces que es difícil escribir para los
niños. ¿Sería posible escribir una novela para adultos
en una sola tarde? ¿Una buena novela? Es poco probable.
Más que poco probable, utópico. Los autores de la
llamada “literatura infantil” escribieron —y escriben—
primeramente por una necesidad personal, a veces por
las exigencias de una profesión, otras sin dilucidar
bien para quien o para quienes lo hacen, ignorando
la futura trascendencia de su obra. ¿Se imaginaria
alguna vez Alejandro Selkirk que el libro ROBINSON
CRUSOE, cuyo tema es el relato de su soledad en una
isla del archipiélago de Juan Fernández, que realmente
vivió cuatro años y medio, transformado por Daniel
Defoe en veintiocho años de aventuras, iba a sobrepasar
dos siglos y medio de interés por su lectura y que
seria tan preferido por los niños? Ese aviador que
fue Saint-Exupéry, en su prodigioso sueño de volar
y descender en distintos planetas y por lo cual escribió
EL PRINCIPITO, lo hizo para deleitar a niños o para
deleitarse a sí mismo? Jorge Luis Borges, hablando
del escritor norteamericano Nathaniel Hawthorne, nacido
en 1804, refiriéndose a que desde los seis años había
leído libros que eran para cualquier edad dice: “En
aquel tiempo no había (felizmente para los niños)
literatura infantil”.
IgnacioValente.—No
es fácil decidir cuál es este tipo o género de “literatura
infantil” que, aparte de su vaguedad, está erizado
de equívocos.
PTurina.—Esa
designación nació en el siglo XX y es una falsa moneda
troquelada para que corra en este llamado Siglo del
Niño. Pero el adjetivo “infantil” ya ha sido procesado,
porque significa algo así como inconsistente, ingenuo,
mediocre, pequeño. Es decir, más pequeño que el niño
mismo. Un niño abrumado de comprensión organizada,
dirigida, es el niño de hoy. Antes, no se le miraba
“especialmente”. A quien se le iba a ocurrir- que
la simple lectura de un libro iba a ser motivo de
congresos internacionales, de foros, mesas redondas,
de organismos especializados. En saber guiar al niño
está el saber entretenerlo. Y en saber entretener
lo está la lectura. Pero, ¿qué lectura? ¿Lo sabemos
los adultos?
LewisCarrol.—Un
libro que se ha escrito solamente para niños, es por
definición un mal libro.
PTurina.—En
la lentitud de nuestros hábitos pasados, en el aburrimiento
y la quietud de nuestra niñez leíamos más, o por lo
menos leíamos más demoradamente. Pero ¿esos libros
eran adecuados? No podemos volver a la época en que
se conservaban solamente imágenes internas de los
cuentos leídos o escuchados. Hoy, los adultos que
se preocupan de lo que se lee o no, publican estudios
bajo los siguientes títulos: “Vida y muerte de los
viejos cuentos infantiles”. ¿Se muere la literatura
infantil?”
ArturoUslarPietri.—No
existe, ni puede existir, ningún libro único que pueda
recomendarse como lectura inicial para todos los niños,
en todas partes. Según la situación y el medio, tiene
que cambiar también la selección, y es muy difícil
que en una sola obra se puedan encontrar reunidas
todas las nociones básicas, filosóficas y éticas,
prácticas. y estéticas que sería deseable poner al
alcance del niño. La formación intelectual de un ser
humano, hay que buscarla en muchas fuentes. Ese pequeño
libro que se me pide señalar no existe, como no existe
la Panacea y como no existe la Utopía. Es de la lectura
de muchos libros que el hombre logra ir allegando
algunas respuestas valederas para su existencia y
su empresa.
PTurina.—No
basta un número limitado de obras. Innumerables veces,
muy dispares libros atraen para su lectura. Si ya
sabemos que hay tantos y tantos libros no escritos
para niños que los niños hacen suyos, debemos comprender
que los libros NO DEBEN SER SOLO, SINO TAMBIEN PARA
LOS NIÑOS.
PamelaTravers.—¿Qué
leí en mi niñez? Había un libro que se llamaba “Doce
escenas de muertes en la cama”. Fue mi favorito.
PTurina.—¡Las
misteriosas preferencias de los lectores! Jamás el
escritor puede saber para quién o quiénes está escribiendo.
Se le preguntó a Françoise Sagan. ¿Cuáles fueron sus
lecturas infantiles, las más notables al menos? En
el libro R e p o n s e s, aparece lo que dijo.
FrançoiseSagan.—Cualquiera.
La historia de un caballo que iba a morir sobre la
tumba de su amo me sacudió mucho. Y en esa época,
las historias melodramáticas en general.
PTurina.—Se
le preguntó. ¿Sus padres supervisaban sus lecturas?
FrançoiseSagan.—¡Oh!
No se hacían mala sangre por eso. Cuando tenía tres
o cuatro años, tomaba un libro y me pasaba horas en
una silla leyéndolo al revés, y cada vez, iba a preguntarle
cortésmente a mi madre si era para mí. Ella me decía:
“Sí, sí, puedes leerlo”. Leí todo lo que caía en mis
manos. Ya no me detuve más”.
PTurina.—En
su autopresentación, hecha en el Museo Benjamín Vicuña
Mackenna en 1976 del ¿Quién es Quién en las Letras
Chilenas?, uno de los escritores dijo:
MiguelArteche.—He
leído una vieja edición de “Las Flores del Mal”, y
tengo siete años. Y Dante y Virgilio y Homero, y las
aventuras de Buffalo Bill y las aventuras de Nick
Carter, y las aventuras de Tarzán de los monos.
PTurina.—Y
así se dice que hay que escribir u n a b l
a n c a literatura para los niños, habiendo tantas
clases de niños. Y siempre se ha considerado buena
literatura infantil la i l u s i ó n. Además, se indican
edades apropiadas para leer tal o cual cosa.
PamelaTravers.—Siempre
me asombro cuando veo libros con una etiqueta que
dice: de 5 a 7 años, de 10 a 15, porque quién puede
asegurar de que el niño irá a tal libro a tan fija
edad.
PTurina.—Pocos
se rebelan como la escritora inglesa. Al escritor
de literatura para niños se le puede hacer esa espantosa
pregunta ¿para niños de qué edad escribe usted? Y
el escritor la contesta. Es el único tipo de escritor
capaz de responder a una incongruencia semejante.
Y por qué; porque así catalogan los libros las editoriales,
los libreros, los bibliotecarios, los periodistas,
y hasta importantes organismos internacionales como
IBBY a quien una vez tuve que responder porque se
me requirió información de literatura infantil chilena,
para la sección española de la “Internationale Jugendbibliothek,
de Munich”. Hay mucha literatura para niños, pero
desde la perspectiva del adulto. Si hay un propósito
de hacer literatura infantil ¿se hace? Solamente cuando
pertenecemos al tiempo de la infancia hablamos y pensamos
como niños. Después... difícilmente podemos volver
a ella. Al hacerlo nos mentimos a nosotros mismos,
a los demás, y sobre todo a los niños.
JohannaHarder.—Hemos
comenzado hoy día a liberar, al niño del ghetto del
psicoanálisis infantil, que lo obligaba a "pensar
espontánea, peculiar infantilmente”. Los niños ya
no tienen que pensar —según la edad—-, mágicamente,
animísticamente, tautológicamente, sincréticamente,
artificialmente, finalísticamente, extravagantemente.
El niño no existía antes de ser descubierto. Ya que
el niño es sólo es infantil en relación con lo no
infantil, lo adulto.
PTurina.—Se
usa con demasiada frecuencia el adjetivo m a r a vi
Ilo so, al tratarse de niños. Se dice a cada rato
que ellos lo son y que también los cuentos deben serlo.
Ese pequeño ser es tan maravilloso como lo es una
hormiga, un virus, un relámpago. TODO y NADA en el
Universo lo es. Tan sorprendentes y admirables
son los progenitores que lo engendraron, la tierra
en que vive, los sucederes de los días cotidianos,
la vida y hasta la muerte.
|