MultiDiálogos
EL
NIÑO EN SUS JUEGOS
(páginas 135 - 138)
Pepita
Turina
PTurina.—EL
NIÑO EN SUS JUEGOS reproduce las fases por las que
el hombre ha pasado. El atavismo es un recuerdo de
las células, En los juegos está inculcado el atavismo.
El hombre primitivo fue animista. El animismo atribuye
voluntad a las cosas inanimadas. El animismo da un
alma humana a las cosas. La psicóloga Matilde Huici
enseñaba en sus clases para Educadoras de Párvulos
de la Universidad de Chile, que si un niño tropieza
con una piedra y se cae, o se le desploma encima un
jarrón hiriéndolo, “no debe” pegársele a la piedra
o al jarrón, como que son culpables de esos accidentes,
que es un “mal” sistema utilizar tales recursos. Pero,
en verdad haciendo eso, el niño deja de llorar. Hay
un evidente consuelo si se castiga al objeto culpable.
Este fenómeno es primitivo. En ciertos pueblos indígenas,
cuando cae un árbol y mata a alguien, a ese árbol
se le castiga, se le destruye. El indio muerde la
flecha que lo hiere. El primitivo culpa al objeto,
al viento, al agua. Para él los elementos tienen intenciones
y destruyen con intención. El agua que atrasa un puente
es culpable de esa desgracia, el viento es iracundo.
JamesGeorgeFrazer.—Para
el salvaje, el mundo en general está animado y las
plantas y los árboles no son una excepción. Piensa
él que todos tienen un alma semejante a la suya y
los trata de acuerdo con esto. En el Africa oriental,
los wonika imaginan que cada árbol, especialmente
cada cocotero tiene su espíritu. Los monjes siameses
creen que hay almas por todas partes y que destruir
algo, sea lo que sea, forzosamente desposee un alma,
por lo que no romperán una sola rama de árbol “como
no romperían el brazo de una persona inocente”.
PTurina.—Interpretar
a los árboles, a las plantas como seres animados ¡qué
igual a la imaginación de nuestros niños!
JamesGeorgeFrazer.—En
el Japón para hacer fructíferos los árboles, van al
huerto dos hombres; uno trepa a unárbol y el otro
se queda al pie con un hacha y pide al árbol que dé
buena cosecha el próximo año amenazándolo de cortarle
si no lo hace. El hombre que subió a las ramas contestaba
desde allí en nombre del árbol que dará frutos muy
abundantes.
PTurina.—Los
niños hablan con troncos caídos, también se esconden
entre las ramas y contestan al que está abajo como
si el árbol dialogara. El niño, cuando ve cortar o
quemar un árbol y escucha sus crujidos cree que son,
quejas de sufrimiento. ¿Y quién puede asegurarnos
que el árbol no sufre? Hay muchas historias, con más
frecuencia en libros chinos que relatan gritos de
tortura o de reclamo, cuando el hombre los quiebra
o los hace “sangrar” para obtener algún material de
su interior, como el caucho. El niño atribuye conducta
humana a las cosas y las alegrías, los padeceres,
la demostración de las emociones las encuentra hasta
en lo más insólito.
DavidKraiselburd.—EI
placer que experimentan los niños de trepar en los
árboles; de colgarse de las ramas, el deseo de andar
descalzos, es porque aún subsiste en sus células nerviosas
lo que hacían sus antepasados. A los niños les agradan
las actividades del hombre salvaje. Les agrada el
lanzamiento de los objetos y sabe esquivados; juegan
tirándose piedras. En los tiempos primitivos eran
los medios de defensa.
PTurina.—Las
actividades de origen atávico se manifiestan en los
juegos de los niños. La atracción del fuego, del agua,
de la tierra. Dibujar con palos en el suelo, en los
muros. Tocarse, empujarse, explorar, aullar, saltar,
cazar pájaros utilizando la honda, armarse de palos
y piedras, ponerse delante del pecho algo que los
proteja. Los adultos civilizados no utilizan hoy la
flecha o la honda, ni el escudo que les defienda el
pecho. Esos son recursos de los niños que se deleitan
con instrumentos primitivos.
JamesGeorgeFrazer.—Los
árboles y las plantas pueden matrimoniarse unos con
otros, no en un sentido poético o meramente figurado,
sino también en el sentido real de la palabra. La
idea no es completamente imaginaria, pues las plantas,
como los animales, tienen su sexo y reproducen su
especie por unión de los elementos masculinos con
los femeninos.
PTurina.—Los
niños pueden celebrar una boda entre una rosa y un
clavel, que aunque científicamente no son “casables”,
pertenecen a la misma especie: flores. Pero otras,
el niño celebra una fiesta de bodas entre un oso y
una muñeca... El enamoramiento entre objetos afines
como en los más dispares forma parte de sus juegos.
En un cuento escrito en su colegio por una niña de
10 años, relata como una gota de agua llamada Saltarina,
juega con un delfín entre las olas del mar. Y en otro
cuento de una escolar de 13 años, que lo tituló: “La
silla y la botella” contaba las aventuras de una silla
desvencijada y el cuello de una botella rota que se
encontraron en un basural y hablaron de su pasado.
Cuando un árbol puede no ser árbol, transfigurándose
en un barco con capitán y marineros, cuando un niño
que está jugando al tren y se considera locomotora,
enojándose con su padre si descuidadamente atraviesa
el riel imaginario por donde él corre, y le dice que
se quite porque el tren lo puede atropellar, cuando
Carol de 7 años, oyendo el ruido del agua hirviendo
en una olla con porotos define: “La olla está enojoda”,
porque parece un refunfuño de enojo. Cuando las cosas
son personas y las personas cosas, son los tiempos
iniciales de la humanidad las que actúan con
sus creencias primitivas.
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