MultiDiálogos
EL
PASADO
(páginas 55 - 60)
Pepita
Turina
PTurina.—EL
PASADO no fue mejor ni peor. Fue otro tiempo nada
más
SimoneDeBeauvoir.—La
gente de los siglos pasados no me importan nada, están
muertos, es su única superioridad sobre los vivos,
pero en su época también ellos eran para llorar.
PTurina.—De
otras épocas queda lo mejor, lo duradero. Entonces
juzgamos las épocas equivocadamente. En las estatuas
de los reyes no están las dificultades: las voces
airadas, las angustias, los problemas, los defectos.
Los labios sellados profieren una historia muda y
sobre ese silencio creamos el ideal del pasado. Las
mazmorras donde en la Alhambra de Granada, los mahometanos
encerraban a los cristianos, no tienen presos y cuesta
evocar la crueldad y los gritos. Es fácil imaginar
la dicha ahora que se han aquietado las pasiones religiosas,
que se han apagado las demás, dándonos un equivocado
cuadro de paz.
PaulMorand.—La
época 1900 fue una época bien cimentada en su tranquilidad,
en su estabilidad de ideas, situaciones, dinero. La
mitad de París callejeaba con su moneda de cinco francos
en el bolsillo. Se consideraba que la vida era más
agradable que la ganancia o el salario. Se vivía con
poco. Cada cual aceptaba su suerte.
PTurina.—¿La
aceptaba? Más que hoy, posiblemente, pero no del todo,
no todos.
DamiánCarlosBayon.—Soy
lo bastante viejo como para acordarme de los años
veinte en que transcurrió mi niñez. Soy lo bastante
joven como para no haber disfrutado realmente ese
momento histórico.
PTurina.—Todos
los momentos son históricos.
DamiánCarlosBayon.—¿Era
realmente la belle époque, del 1900, tan divertida
como creemos? Hay quien dice que fue de un aburrimiento
mortal, para la mayoría. ¿Fueron los años locos tan
locos como hoy queremos suponer? Ya lo sabía el poeta:
“Todo tiempo pasado fue mejor”.
PTurina.—Venía
la primera guerra mundial de 1914.
DamiánCarlosBayon.—Tenemos
un elemento capital parar comprender los años veinte:
la velocidad, esa especie de angustia de querer disfrutar
todo lo que nos dura todavía.
PTurina.—El
pasado fue mejor en el sentido de que fue un mundo
más vacío. Ahora está lleno en todas partes, al menos
en esos lugares donde se quiere ir. El mundo de hoy
tiene la angustia del exceso. Se corre para alcanzar
una entrada en el teatro, un asiento en el autobús,
un lugar en el estadio, un rincón en cualquier parte,
el logro de algo entre la enorme competencia de hoy.
La democracia es invasora. Todos estamos en todas
partes, y todos nos roban ese espacio al que creemos
tener derecho.
GerhardGroote.—Es
el mundo el lugar del delito y de la transgresión,
de la permanencia, de la peregrinación, de trabajos,
fatigas, dolores y llantos, movimientos y cambios,
flujos y alteraciones, tránsito y aniquilación, violencia
y opresión, engaño y corrupción. En el mundo nada
se encuentra que no sea vanidad, malignidad, deseo,
ansiedad, deformidad y vejez. El mundo atrae para
sí y considera a los famosos; abandona y desprecia
al desconocido. El mundo es obstáculo para muchos;
para pocos, un estímulo; promete mucho, pocas cosas
cancela y así, en fin, defrauda y frustra a sus amadores.
PTurina.—Y
esto lo escribió un hombre del año 1300. en un mundo
sin vertiginosidad, sin explosión demográfica, sin
ruido, sin contaminación, sin maquinismo, sin armas
nucleares.
AlejoCarpentier.—Se
llega tan lejos, más allá de lo trillado, más allá
de lo repartido, que el hombre, envanecido por los
privilegios, de lo descubierto, se siente capaz de
repetir la hazaña. Un día comete el irreparable error
de desandar lo andado, creyendo que lo excepcional
puede serlo dos veces, y al regresar encuentra los
paisajes trastrocados, los puntos de referencia barridos.
PTurina.—Recordar
con exactitud no es un don demasiado común. Guardamos
recuerdos inmutables y al encontrarnos después de
algunos años con el primer amor, con la casa de infancia,
con, el transcurrir en que las cosas, los seres y
nosotros hemos cambiado, la sorpresa golpea nuestro
recuerdo que había “fijado” el tiempo.
AntonioRomera.—Vuelve
el tango, escribe alguien con cierto alborozo. El
tango es hoy una realidad, dice otro con no menos
regocijo. Se olvida un poco que las cosas no vuelven.
O en todo caso en forma de nostalgia, como fantasmas
sin realidad virtual.
PTurina.—Nada
vuelve. Imposible guardar ni siquiera un traje para
volver a usarlo IGUAL como se usó en otra época. Si
el traje sirve, los accesorios, el maquillaje, el
peinado, todo lo que acompaña es distinto.
AntonioRomera.—El
intento de resucitar el pasado se torna siempre una
tarea inútil. Ello supone la pretensión de hacer de
la historia un cuerpo paralítico. Los anhelos e ilusiones
de la humanidad tienen su ritmo y sólo, se mira de
un modo eficiente lo que se halla en el radio óptico.
Las miradas hacia atrás constituyen a lo más una ilusión
y más que realidades concretas esas miradas retrospectivas
componen un hecho subjetivo, un fantasma.
PTurina.—Las
horas esfumadas tienen muchos motivos de distorsión.
El rememorar es un rehacer. El pasado es una visión
redecorada. Los recuerdos experimentan un alejamiento
de la realidad. Y en el proceso natural de evaporación
hay mengua de partes esenciales.
Serafín
y JoaquínÁlvarezQuintero.—El bello paraje por
donde corrió nuestra niñez, fantaseó nuestra adolescencia
o triunfó nuestra juventud, y que luego el tiempo,
ha modificado al antojo de no se sabe quién, sin tener
en cuenta para nada ni nuestros juegos, ni nuestros
sueños, ni nuestros ideales —¡qué malas partidas juega
el tiempo!— causa una impresión, al volver a verlo
transformado, como las que nos causan la mujer o el
amigo que nos engañaban, haciéndonos advertir de pronto
que son muy distintos, de como nuestro amor o nuestra
amistad los juzgaron.
PTurina.—Se
asegura que son neuróticos los que se atormentan con
los juegos decepcionantes del recuerdo. Se podría
creer también que son neuróticos los especuladores
de sueños que desdeñan las enseñanzas de la realidad.
¿No es acaso más fácil creer en el propio sueño pasado
que en el presente? Cuando la memoria es “cristalizadora”
—uso el término que Stendhal aplicó al amor— enjoya
el recuerdo de interpretaciones beneficiosas
y faltas de autenticidad. Las vicisitudes de otros
tiempos aparecen apagadas. baladíes, sin haberlo sido.
El pasado ideal es la quimera del “antes”. El “feliz
antes” es un trastorno psíquico.
TristánKlingsor.—Scherazada,
después de los diez siglos / que llevas repitiendo
tus narraciones mágicas / flaco estará tu cuerpo
como un palo, / tu boca desdentada, / torcida
tu nariz, tu cabellera / como macizo de azucenas,
blancas; / tu piel, que fresca fue como un
albérchigo, / ya debe estar cual pergamino,
gualda; / tus manos y tan graciosas y tan finas,
/ flojas y descarnadas, / y aquel torso
divino / que el jazmín perfumaba, / por el
viejo Shariar tan codiciado, / tendrá cual
higo seco, la piel rugosa y áspera. / Pero
yo, Scherazada, te contemplo, siempre en mis sueños,
joven y lozana, / siempre linda y alegre; tu voz dulce
/ de misteriosa magia, / del gozo a la tristeza
me columpia, / sin que nunca el encanto se rompa o
se deshaga.
PTurina.—La
imaginación, para tantos es el mejor de los filtros;
depura cuanto por ella pasa. Es pantalla que diluye
la cruda luz, tamizando el recuerdo hacia una descansada
penumbra. Sólo un recuerdo engañoso hace decirle a
los jóvenes que ellos están en “la edad feliz”. La
niñez y la juventud en su momento también “duelen”.
“Yo no soy feliz”, hemos confesado muchos a los quince
años, y hasta hemos querido suicidamos. Todas las
edades tienen problemas. Los niños lloran a cada momento,
lloran. hasta cincuenta veces al día, lo que quiere
decir que han tenido cincuenta molestias. Después,
aprendemos a “tragarnos” las lágrimas. Las épocas
pasadas tuvieron tantos desagrados, fueron tan incompletas,
que la avalancha de los descontentos empujó al pasado
hacia “este” presente. Y la, avalancha de los descontentos
del presente cambiará el futuro. Entonces habrá quienes
digan: “¡Qué años deliciosos!”, por estos años que
a nosotros nos parecen insoportables.
|