MultiDiálogos
EL
AMOR
(páginas 118 - 123)
Pepita
Turina
PTurina.—EL
AMOR no es un beso, una mirada, un contacto. El sexo
tiene que ver con el amor, pero no es el amor. El
sexo es el instinto. Y el instinto es biología. El
amor es lo que dura.
JaimeGuzmánErrázuriz.—En
el amor siempre hay que dar tiempo. A lo que sé dedica
mucho tiempo es lo que amamos.
PTurina.—El
amor libre, sin compromiso, sin dedicación, sin cercanía
ni amarra, es lo mismo que no-amor.
UnHombre.—¡Qué
deliciosas son las aventuras!
PTurina.—Para
llevar a cabo su aventura, el hombre necesita de la
mujer. Y la mujer aventurera es un “monstruo”. De
ella son la permanencia y la duración. Las actividades
que matan pertenecen al hombre: la pesca, la caza,
la guerra. La mujer-mujer es la dueña de los quehaceres
estables, hechos para el ámbito de su casa, para el
bienestar de su hombre y de su prole. Según el método
histórico, la mujer puso primero la mirada en las
plantas. Las cultivó para comer, para curar, para
teñir, para lavar, con el propósito de contribuir
al bienestar y subsistencia de los suyos. Inventó
los utensilios para la agricultura manipuló la greda
para modelar, hiló la lana. Aprendió a servirse del
suelo en que vivía, arrancándole sus frutos, amando
primero las plantas medicinales, las plantas alimenticias,
las plantas tintóreas, las plantas saponarias y asentando
en los lugares donde el suelo era mira fértil, las
primeras paredes de una casa, mientras el hombre iba
a cazar fieras y a matar pájaros. Si para el hombre
la aventura es un contentamiento, sólo la mujer descontenta
puede ser aventurera.
Aristóteles.—Una
hermosa amistad requiere duración más que intensidad
apasionada.
PTurina.—También
el amor. Como aquel amante que requirió una cita a
su amada, a la cual ella para acceder, preguntó cuánto
duraría, la respuesta fue: “Siquiera unos veinte mil,
años”. El hombre es inestable cuando no ama. Entonces
quiere la independencia y la huida. El amor es cadena
y cuidado.
OrestePlath.—Julia
Vera, la ceramista de Pomaire, a quien invité
a que viniera un día a Santiago a visitarme, dijo:
“No puedo salir; soy el horcón de la casa”.
PTurina.—La
mujer es ese madero vertical, fijo en el suelo, que
en las casas rústicas sirve a modo de columna para
sostener las vigas del tejado. El amor cuida, no mata
ni abandona. Matar por amor —como se titula en algunos
periódicos y se ventila en los juzgados— no es posible.
El amor es preocupación, duración, ¡Imposible amar
lo que no nos preocupa! ¡Cómo vamos a amar lo que
no cuidamos!, sea un hijo, un libro, un animal, una
planta.
IgnaceLepp.—Está
en la naturaleza de todo amor la aspiración a ser
eterno. Quien ama verdaderamente siente que no existe
límite imaginable para el crecimiento de su amor.
PTurina.—El
amor salva los peligros de la rutina, anula los diversos
aspectos nada románticos del vivir cotidiano, no se
diluye por actitudes desilusionantes. El amor va más
allá de la ilusión porque no es ilusión: es amor.
AndréMaurois.—Un
buen matrimonio es una larga y deliciosa conversación
que va desde el noviazgo hasta la muerte.
PTurina.—Tantas
veces se cree amar, cuando apenas se alcanza a estar
enamorado o encaprichado.
DanielDeLaVega.—EI
amor eterno dura tres meses.
PTurina.—Lo
que de verdad amamos queremos que nos dure, y nos
comportamos lo mejor posible para prolongar esa duración,
Cuando se ama la vida ¿quién quiere acortarla? El
amor es conducta. Al comportarse en forma reprobable,
el lenguaje utiliza la palabra exacta: “degenerado”.
Se llama “degenerado” al inmoral. Ahora se sabe que
es una verdad biológica.
JeanRostand.—Conducirse
bien es elegir una vida a la altura del hombre. El
virtuoso es un ejemplar más maduro de la especie:
representa su condición perfecta, la "imago"
respecto a esas larvas que son los inmorales. La virtud
es conquista, promoción a un estado superior del ser.
La virtud no es artificio de la civilización, sino
un atributo de la especie, o sea, una verdad de la
sangre y del protoplasma.
PTurina.—En
el amor se pueden afinar los sentidos hacia fines
de alto valor, en los que interviene la parte más
noble y elevada de la naturaleza humana. El que ama
a la humanidad es su benefactor.
CayetanoBetancur.—La
excesiva capacidad auditiva de la mujer hace que perciba
en su camarada potencial multitud de elementos distanciadores
que la impiden compartir con ella el mismo destino.
PTurina.—Posiblemente
en su camarada de fábrica, en una oficina donde rigen
los poderes comerciales o políticos, en la revolución.
En el amor, por el oído la mujer cae en los peores
desvaríos. ¡Si lo sabrá el hombre que le “canta” al
oído! La mujer habla en exceso, llena las horas hablando.
Utiliza mucho el teléfono para conversaciones inútiles,
pero en lo fundamental la mujer no habla, no conquista
hablando, ni se entrega hablando. Es la silenciosa,
la escuchadora por excelencia. La mujer habla en la
vida social los instantes frívolos la llenan de palabras
banales, vacías. Pero en el amor... para ella el amor
es escuchar. Cuando algo o alguien le gusta es más
silenciosa. A la mujer se le quedan las palabras
de otros, su ritmo, su inflexión. Es buena escuchadora
de lo sin importancia. Un locutor de radio, un montadiscos
la apasionan, la fascinan por su voz, por su tono
de voz. ¡Qué hombre va a buscar una audición de radio
por la modulación, el tono, la simpatía del que habla!
Los noticiarios son de preferencia masculina porque
el hombre busca el hecho, lo panorámico, el mundo
de la noticia, mientras la mujer busca el pequeño
mundo de una voz. Le gusta individualizar, distinguir.
Huye de lo impersonal, de lo multitudinario, de lo
monumental. Para él son de las palabras en el hombre
actúa la ley del olvido. La mujer es posible que jamás
olvide ese son, y que sea conquistada con u n a s
o l a v e z. ¡Qué enorme debilidad y qué enorme receptividad!
En una pareja ella escucha sin mirar, él mira sin
escuchar. Cada sensación femenina está más próxima
del escuchar, del oír, que del mirar y del ver.
CayetanoBetancur.—La
capacidad auditiva y tacto-pasiva de la mujer ha llevado
al hombre a superar sus gestos y afirmar su expresión,
y como ama las palabras en sí, la mujer tiene buena
culpa en la locuacidad de los oradores, en el garrulismo,
en la demagogia verbal Ningún hombre habría podido
inventar ese arte de hablar por horas enteras sin
decir nada, si estuviera solo en presencia de varones.
PTurina.—Al
que habla mucho para decir nada se le llama “filósofo
de señoras”. Cerrando los ojos, contra todas las aseveraciones,
la mujer escucha más de lo que habla. Escucha a
los hombres. De ellos espera las palabras mágicas,
aun que no sean armónicas ni inteligentes. Como en
otros casos, el hombre es un conocedor. Sabe que al
carecer de esas palabras, la mujer por subjetividad
se las creará.
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