Ensayos
Pepita
Turina
SOMBRAS
Y ENTRESOMBRAS DE LA POESÍA CHILENA
Editorial. Barlovento, Santiago
de Chile 1952, pp. 74.
La
fantasía marina de JACOBO DANKE
Chile
es una playa. Chile, mirándolo en el mapa, sólo podría
ser un poema del mar.
Y
el tema del mar, sugestivo y lleno de encanto, ha
tentado a muchos escritores. Aquí JACOBO DANKE
es un ejemplo expresivo. Siente afinidad con el mar.
Siente la afinidad del mar.
Hay
varias maneras de ver el mar y saberlo: como marinero,
sobre él en los barcos, al lado de él en los puertos,
y lleno de él en los poetas. Hay mares sin tierra
y mares desde la tierra. Y mares abstractos que sólo
se han “olido” con las antenas de la sensibilidad
marina.
Jacobo
Danke es el gran señor de la fantasía marina. Es casi
necesario preferirlo en este tema. Hasta cuando habla
de los árboles le nacen las comparaciones con asuntos
marinos. Así, en el poema “Pan y la Sombra” de "Las
Barcarolas de Ulises" (1936), dice:
"el
ruido
de eslabones eufónicos que arrebata
el
oleaje del pinar".
Mentalmente
dotado para captar el mar, su poesía es un archivo
documental que entrega, con el léxico apropiado y
conocedor, las armonías silenciosas. Jacobo Danke,
tiene, además de su poesía intrínseca, habilidad idiomática;
además de las disposiciones idiomáticas, sabe trabajar
su poesía. Desde muy joven tomó contacto con ella,
Después laboró, y labora, en la novela y en el cuento
con los cuales la crítica y la comprensión general
ha sido más elocuente y se ha familiarizado más.
Su
vida se encuentra, en la tarea de todos los días,
como sumergida en lo anodino; en el ajetreo de una
oficina fiscal, en las diversas tareas a que obliga
a un padre y a un esposo el “ganarás el pan”. Y, aparte
de todo eso, su cerebro activo, su sensibilidad vigilante,
desarrollan las tendencias profundas, con un proceso
subterráneo de imágenes poéticas.
Cómo
va a ser necesario ser erudito o loco para comprender
a este poeta. Cómo no va a ser fácil comprender que
sus representaciones mentales son las causas de sus
poemas, y que es así como se produce la espontánea
necesidad de escribir, por las ideas que obseden,
En
su aventura marina (aventura poética) que es su libro
"Fundación del Océano" (1945), Jacobo Danke
nos cuenta. ¿Qué nos cuenta?: Que le pertenece uno
de esos barcos que navegan o parecen navegar en su
fijeza, dentro de una botella de vidrio, Le pertenece
porque él lo ha hecho, con las faenas de la lima y
con una afición de constructor de barcos, para guardarlo
después, celosamente dentro de una caja de madera
de alhucema.
Todos
hemos visto alguna vez esos barcos pegados sobre un
mar de pasta dentro de una botella de vidrio, y nos
hemos preguntado: ¿Cómo se hace eso ahí dentro o cómo
se introduce?
Jacobo
Danke sabe construirlos. Es un trabajo de paciencia
que se dan los adoradores del mar, para sentirse dueños
de un barco muy suyo. Esos barcos se construyen fuera
de la botella y tienen un juego de amarras y precisión
para que después de ser introducidos en la botella
puedan izársele los palos y elevar sobre la base,
que está hecha a la medida para que pase por el gollete
todo lo que forman las partes más altas.
Escuchemos
a Danke cómo hace poesía de su barco:
"INDUDABLEMENTE
esto me pertenece
esto que está a la orilla de mi antepasado
me pertenece desde los cimientos de una catedral
tan elevada sobre los rieles y las cúpulas
allí donde un barco en la botella balbucea
para evitar que le pisen su hermosa cárcel
es mi propiedad y es un piélago caprichoso
que conservó dentro de un féretro de alhucema.
Reflujo que se me anticipó con tanta prisa
que no me dejo nacer sin consagrarme
a
las faenas de la lima en las bellas obras
a
las vagancias por los países sublunares
con
una abeja delirante en la sortija
y
una llave para recordar el aforismo
polvo
eres, pero polvo de bergatines.
*
En
el poema penúltimo, que da el nombre al libro "Fundación
del Océano", el poeta dice:
"Antes
de mí no ha existido el mar
no
ha podido ser tan tumultuoso
tan
arterial e inconfundible
no
ha podido ser como es ahora
con
su astronomía tatuada de peces y balanzas
y
en las esquinas de su imperecedera afluencia
con
el relincho y la cola escenográfica
de
sus equinos blancos".
"Antes
de mi no ha existido el mar"; egolatría de poeta
y sus descubrimientos. "No ha podido ser tan
tumultoso, tan arterial e inconfundible, no ha podido
ser como es ahora". ¡Qué hermosa y orgullosas
palabras y qué ciertas para los redescubridores que
habrá siempre para todas las cosas! ¿Qué hermosas
y orgullosas y ciertas palabras para la exaltación
simbólica del mar que respira cada poema de este libro!
Si
se quiere hacer un estudio lingüístico en ese sentido,
aquí hay materia, pero no nos equivoquemos al pensar
que su emoción es gramatical y diccionarista; es mucho
más que eso: es la audacia conocedora.
El
léxico de Danke es aquel tras del que acude una ineludible
emoción de poeta que demuestra conocer los vericuetos
del diccionario y sus posibilidades. Su léxico va
en busca de la originalidad en un anhelar expresivo.
Tras esta poesía está el poeta —el hombre— y sus temas
predominantes que quieren superar la realidad y que
eligen este destino de expresión.
El
arte poético de Danke está sobre toda posibilidad
de caer en lo trillado y en lo ocasional. Lo que no
puede negársele a Jacobo Danke es la autenticidad
e intensidad poética en la entrega de ideas y matices
irrevelados.
Él
ha escogido una técnica para estudiar el mar. Y su
último mar metafísico, cuyas substancias abstractas
le han venido del mar de Chile, en el "Canto
al Mar del Sur" (1951) con dibujos de Edmundo
Campos.
No
se puede escindir lo abstracto de lo concreto. El
mar poético de Danke es el mar de Chile, su patria,
y los poemas que de él ha escrito desde 1929, son
como el humo del cigarro que viene de la hoja de tabaco,
como el aroma del café que viene del fruto concreto
de los cafetales.
Oigámosle
cómo expresa su reciente relación con este mar, con
nuestro mar, en el canto final del poema último.
"Oh,
mar océano, torreón girante,
solitario destino de la ola.
Bajo
el rumor de las constelaciones,
un
árbol de cenizas se levanta
para
trocarse en un balandro ciego
sin
timón no triquete: el de mi vida.
Miles
de astros en su arboladura
se
apagarán al fin. Rosas de luto
caerán
de rodillas en la arena.
Mas
tú, dulce flautista ensimismado,
seguirás,
por los siglos de los siglos
alimentando
con tu arpegio errante
os
senos de ámbar de la costa eufónica
que
vio mi nacimiento y me dio nombre".
Es fácil apreciar la multiplicidad de captaciones
que le proporcionan sus ángulos visuales, sensitivos,
que no se parecen en nada a los del naviero ni a los
del navegante, ni tampoco pueden compararse a los
del perezoso mental.
El escritor sufre una inflación imaginativa y obsesiva,
cuyo fenómeno individual no se cerciora antes de escribir
si será o no comprendido.
Estás seguro que lo que él siente vale la pena de
decirse, y representa su mundo inédito, su hechura
íntima.
Las impresiones en los artistas, como el agua que
se entuba forman presión y es necesario librarse de
su fuerza reventante.
A los poemas, hijos de los poetas, nadie más que ellos
les ha dado su contextura. Ni siquiera hay parejas
como para los hijos de carne y hueso.
Lo más exclusivamente personal es el arte. Y el que
hace arte aventa en cierto modo la finitud.
El arte es monólogo que se entrega a la colectividad.
Todo artista es narciso y por lo tanto no se le puede
decir: apártase de si mismo.
Lo que hace verosímil un escrito es su verosimilitud
interior. Pero cuál es ella. La realidad son facetas
diferentes y tan inmediatamente sucesivas que todo
proceso mental es un mosaico de yuxtaposiciones y
asociaciones verdaderamente asombrosas, y hasta dispares.
Un hombre —pongamos por caso— junto con pensar en
la mujer querida puede hacer un cálculo matemático
y acordarse de cuánto hace 30 años lloraba, porque
le lavaban la cabeza. Cuando le hablan de una enfermedad
puede traer a su memoria ciento de asociaciones de
enfermedades conocidas o sufridas o vistas padecer.
Las entretelas de la psiquis del ser espiritualmente
evolucionado y potente es una realidad perennemente
inaccesible.
El poeta actual utiliza una serie de asociaciones
dispares, pero no irreales.
Nada es más absurdo que la vida y los procesos mentales
tales como son en su infraconcepción permanente.
Mientras
más lleno de asociaciones trabaja el cerebro humano
es de más sobresaliente y complicada inteligencia.
Las
ideas banales y mansas son como un lento y pesado
caminar al lado de una ágil danza que son las ideas
de aquel cuyo cerebro es gimnasta.
Pensar
es crecer y explorar. Y cada ser humano, como cada
época es un intento hacia un más allá.
Cada
descubridor da presencia exterior a una nueva impulsión
determinada por su fuerza poderosa.
El
hombre prehistórico, ¿tenía tal cantidad de palabras
como las que ahora forman los diccionarios?
No existiría ni el lenguaje si el afán de expresar
no se hubiera ampliado a través de los siglos por
aquellos que sintieron más poderosamente el ansía
comunicativa.
Siempre
se habla de los prodigios de la naturaleza. La naturaleza
es atrayente y sabia, interesante y bella, pero sus
prodigios son que el cerezo florece en primavera y
después da cerezas, que la hoja perenne es la del
naranjo, y que el color de las rosas no es otro que
el color de las rosas. Tampoco la abeja puede hacer
otra cosa que miel.
Mientras
que el ser humano inventó ruedas para acortar distancias,
trajes para cubrir y variar aspecto; de la flor silvestre
pudo cultivar flores de salón y de invernadero, pudo
aumentar y disminuir el tamaño de las plantas, hizo
túneles en las montañas, las sobrepasó con alas sobrenaturales,
ensilló al caballo y sacó a los peces del agua, y
aprendió a hablar, no sólo para expansionarse sino
también para hacer arte, y para hacer lo que potencialmente
debió ir haciendo.
La
palabra que le viene al creador es Dominador,
porque descubre, coge, transforma elementos naturales
para servirse de ellos y hacer servirse de ellos a
la humanidad. Los géneros estaban esperando al transformador
en los capullos del gusano de seda, en la lana de
las ovejas, el papel en la celulosa, el caucho en
la goma de los árboles, las piedras preciosas eran
obscuras y ocultos minerales antes del buscador y
del joyero.
Nos
regocijamos con el nylon que viene del negro y oculto
carbón. ¡Cuánta inverosimilitud hecha verdad!
¿Por
qué entonces se resiste la novedad de lo desconocido
en literatura?.
A
la subjetividad, que existía, ¿por qué no se la traía
a luz?
Los
complejos y el subconsciente existían antes de Freud.
Es
curioso que siempre esté faltando el descubridor de
los que existe, el intérprete, el transformador, digamos
el aventurero.
La
electricidad existía, pero no en los alambres conductores
ni en las ampolletas. Las ondas hertzianas existían,
pero ignorábamos antes del receptor de radio que podríamos
atraer los sonidos a nuestra casa y escogerlos. Faltaba
el mecanismo para hacer real esta realidad como si
antes no hubiera existido, y vivíamos perfecta e imperfectamente
sin ella.
Puede
que toda la poesía actual sea nada más que una aventura
moderna, pero las aventuras en ninguna época han estado
demás. De la aventura de Colón surgió América.
Es
mejor pensar que no caprichos de la mente los que
han formado el arte nuevo. Nunca falta algo más que
un capricho. La poesía es más que una forma. La humanidad
no se ha superado sólo por la ciencia quizás mucho
más por la literatura que es otro tipo de revelación.
El arte es elemento civilizador. Agente de expresión
forma un sentido trascendental.
Somos
más difíciles cada día; tenemos más pretérito. Cada
experiencia y cada entrega tiene un valor cósmico.
Los
artistas son responsables de sus expresiones y de
su tiempo. Ellos lo revelan y lo marcan. Esta poesía
es el flujo natural de los espíritus poéticos actuales.
La vida no se detiene en ningún umbral.
El
arte es como la corriente oculta de la vida y de la
muerte.
No
puede parecerse el amanecer del mundo en su grandeza
primitiva a las metrópoli actuales. Y el hombre-artista
no puede permanecer ajeno a lo que se desarrolla y
cambia.
El
arte moderno es un crecimiento, una indudable evolución.
Siempre hay por descubrir más de lo que se cree.
No
sólo el arte evoluciona. La educación, la arquitectura,
la ciencia. Ni siquiera nuestros rostros tienen la
hechura ni la expresión de los de nuestros antecesores.
Ni la máquina fotográfica que retrató a nuestros padres
pudo coger la expresión que los lentes actuales y
la mente del fotógrafo son capaces de retratar. Los
actores del teatro tampoco se mueven ni hablan ni
hacen los gesto de ayer.
Los
enamorados no ponen la rodilla en tierra ni se llevan
la mano al corazón para declarar su amor.
Ni
siquiera las creaciones de los modistos fascinan de
pronto, cuando la línea marca alguna audacia, cuando
vira hacia lo diferente y nos destroza el encanto
de lo habitual. Me acuerdo que lloré cuando vi la
primera película sonora y se acaba el silencio del
cine y la división de sus partes en que se encendía
la luz. ¡Cuánto cansancio en los ojos y en los oídos!
Sin embargo, era una evolución del cine y hoy no soportaría
volver al silencio, a los movimientos mecánicos, a
las melodías de piano acompañantes, a las ojeras y
a las bocas exageradamente pintadas, y a los gestos
y ademanes que tanto me cautivaron.
Cada
época abandona ciertas cosas y descubre otras.
Antes
del descubrimiento del petróleo hubiera sido imposible
inventar el automóvil.
El
contacto experimental con un mundo diferente tiene
que dar una poesía diferente.
El
poeta "contrae" un poema como se contrae
una enfermedad y necesita librarse de ella.
Hay
realidades científicas, realidades económicas, realidades
poéticas. El poeta es coordinador de la realidad en
un sistema de fantasía. Solemos estar seguros que
los poetas modernos tiene la mente alterada. La tiene,
porque toda excitación es una alteración y el supersensible
pasa excitado. Pero no nos equivocamos suponiendo
que está loco.
¿Hay
alguien normal? ¿El crítico literario, lo es absolutamente?
¿El celoso, el avaro, el político, el especulador,
los son? Yo y usted ¿lo somos? ¿Los poetas claros
y gustables del pasado lo eran?
No
se puede barrer con el pasado; es valiosísimo. Es
lo que debió ser. Lo que no debe ser es seguir imitando
el pasado. Un nuevo realismo trae un nuevo subjetivismo.
No
toda la poesía ha de ser fácilmente comprendida. No
tiene la poesía esa obligación, ni el arte, ni la
filosofía.
No
es fácil comprender a un hombre, tampoco a una mujer,
y menos a un poeta.
Los
poetas de sombras y entresombras traen a luz una parte
de las enormes substancias inasequibles de los seres.
Todo individuo, por muy ensimismado que sea, es un
factor universal.
Pero
hay muchos seres humanos cuya pereza espiritual no
busca descubrir lo desconocido ni se hace dúctil a
lo que cambia.
Después
de lo que hay siempre creemos que no puede haber ya
más. Y después de haber tantos estilos de trajes y
peinados, tantos estilos de muebles, casas y civilizaciones,
tantas variaciones artísticas, esta época ha entregado
"un estilo más".
Existen
ya en los países avanzados de población intensa los
Museos de Arte Moderno, lo que quiere decir
que esta época tiene sus cuadros, sus viviendas, su
política, su poesía, su ciencia, que la representa
tanto para sus negadores presentes como para los admiradores
presentes y futuros.
"Los
Museos están llenos de cuadros que primero fueron
malos y que de repente se transformaron en buenos"
—ha dicho Picasso.
El
arte es como las estaciones; tiene su época. El de
hoy, con sus diferencias, no es más que el arte de
hoy.
Demasiado
se cree que el escritor, por el hecho de lanzar libros
al público es vanidoso, que publicar es vanidad.
A
nadie se le puede eximir de las exigencias de la comunicación.
Escribir es comunicar. Y a nadie se le obliga a abrir
un libro de versos. En cambio si es inevitable escuchar,
queriéndolo o no, a los que critican la poesía, escuchar
a cada rato esas horribles palabras que no quisieran
oír jamás: tonos de voces odiadas y frases cuyos conceptos
jamás debían haberse dejado oír, repeticiones de las
que nadie se puede salvar, preguntas condenadas que
no se pueden eludir. Todo el mundo habla y cree que
eso no es comunicar.
El
que crea algo, aunque sea un poema, más que avaro
y conquistador es generoso. Lo que puede conquistarse
con esa entrega, aunque sea fortuna y gloria, puede
ser muy inferior a lo entregado. No ha recompensado
lo suficiente la humanidad a Goethe y a Shakespeare,
para no nombrar sino a dos entre miles.
La
preponderancia de ciertas inclinaciones y cualidades
hace que cada uno obre según distintas razones primordiales.
Al
poeta le preocupan sus posibilidades estéticas. Hace
que sus sueños no sean estériles.
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