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Pepita Turina

HABLA JUVENAL HERNÁNDEZ

Entrevista

Revista Diplomacia y gran mundo (mensual), año I Nº 5, Santiago de Chile 1942 p. [4]
Ubicación revistas 12M(15-20-21) Biblioteca Nacional

 

          Juvenal Hernández, elegido Decano de la facultad de Leyes el año 1931, asumió al año siguiente la Vice-Rectoria de la Universidad de Chile. Y elegido Rector en propiedad en 1933, ha mantenido el cargo sin interrupción desde esa fecha hasta ahora. Hombre que despierta rápidamente la confianza en los hombres y la simpatía en las mujeres, es el último eslabón de la cadena universitaria de 20 Rectores, que iniciara a mediados del siglo pasado el egregio don Andrés Bello.

          Ante su presencia y su voz autorizada, contando los muchos años en el ejercicio de jefe de nuestra  principal corporación universitaria, un esclarecimiento inicial induce a la pregunta de:

          ¿Cuál ha sido su momento más feliz?

          —Mi reelección por el Claustro Pleno Universitario.

          En seguida continúa, ampliando la respuesta:

          —En 1932 fui elegido por un voto de mayoría, en la campaña más enconada que registra la historia de la Corporación. La reelección tranquila y unánime la interpreté, no como un reconocimiento a mis méritos sino en el sentido del llamado de cooperación que hice y que escucharon aquellos que la primera vez no habían votado por mí. Este ambiente de solidaridad universitaria, de comprensión, de tolerancia y de amor verdadero por la ciencia y la investigación, han hecho posible la influencia de la Universidad en el medio social chileno, tal como lo he deseado siempre.

          Quiere decir, entonces que los actuales dirigentes de la Universidad de Chile han cumplido con la idea generadora del maestro don Andrés Bello, que en aquellos comienzos directivos de la pasada centuria decía: “Si la razón humana es débil si tropieza y cae, tanto más necesario es suministrarle alimentos sustanciosos y apoyos sólidos”.

          Pregunto en seguida:

          —¿En usted predominan más pensamientos de educador, de abogado, de política o de hombre íntimo?

          —Me interesa por sobre todo el concepto educativo de mi función; pues, aunque he continuado ejerciendo la profesión de abogado, esporádicamente, la parte más noble de mi vida se la he consagrado a la Universidad, a servir los ideales de la juventud, no como un frío espectador, sino sintiéndome protagonista de sus problemas. Y más todavía en esta hora de renovación espiritual, social y política que vive el mundo.

          El punto final de la respuesta ha dejado en suspenso dos palabras indagadoras de la pregunta; política e intimidad. La ha sonreído al escucharlas; especialmente la última: Es de ceer que solamente ha aceptado dejar en claro las afirmaciones directrices de su pensamiento y no ha querido hacer sentir la realidad de otros aspectos.

          —¿Cree en los autodidactas?

          Tras esta pregunta está la firme interrogación de todos los triunfadores sin títulos, de los educadores sin escuela, de los capacitados sin papeletas.

          Juvenal Hernández, seguramente ha sumergido su preocupación en esas experiencias y por eso puede decir firme y sencillamente:

          —Creo en los, autodidactas. Y creo que no hay mejor estímulo para adquirir cultura, que la propia emulación y el ansia de perfeccionamiento. Los estudios sistemáticos mismos que se hacen durante la segunda enseñanza y en la Universidad, no son sino iniciaciones en el método para llegar a la verdad científica. En el curso de su vida el egresado necesitará esforzarse individualmente para perfeccianar cada vez más sus conocimientos y aún por renovar los métodos de aprendizaje; ya que no hay ciencia que evolucione más rápidamente que la educación.


 



 

© Karen P. Müller Turina