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Pepita Turina

DIALOGO CON AMANDA LABARCA
Diario La Nación, Santiago de Chile, domingo 18 de agosto de 1940 p. 2

          No es difícil acercarse a Amanda Labarca. Es de inmediato acogedora. Sus múltiples actividades, no la privan de cultivar un sinnúmero de amistades, de atender a los que por una o otra razón, solicitan ser recibidos. Cerca de ella siempre hay algo que aprender o por lo menos algo que escuchar. Y sobre todo ahora que regresa de un sexto viaje a Estados Unidos de Norte América.

          ¿Qué habrá visto Amanda Labarca en Estados Unidos? Mejor dicho: ¿qué ha mirado? Suele llegar uno a su presencia con el secreto deseo de saber cómo ha visto esas cosas que no ha ahondado; cualquier cosa: una vitrina, el aspecto de alguna calle, de algún ser desconocido, algunas de esas cosas menudas que constantemente salen al encuentro y de las cuales se mantienen recuerdos precisos y si embargo insignificante.

          Nunca resulta satisfacer este deseo. No es que ella imponga su saber. Sucede así porque cerca de ella es muy fácil resolver otras curiosidades más trascendentales y no se pierde la ocasión de recogerlas por medio de su conversación eternamente bien desplegada, que sabe desarrollar aspectos profundos en forma por demás amena.

          Y así es como se inicia la conversación:

          —¿Tiene Estados Unidos disposición de espíritu, interés verdadero por América Hispana?

          —En dos grandes sectores sin lugar a duda. En el circulo intelectual, principalmente en las Universidades, hay interés. En el Círculo de la Casa Blanca, Ministerio de Relaciones Exteriores, finanzas, política, estrategia— hay interés. Para la gran masa, Sud América es una cosa confusa. No hace distinción entre los diferentes países. Y cree que lo que ha visto en las películas es el reflejo exacto de nuestras costumbres. Analizando bien este aspecto. También la gran masa sudamericana tiene el convencimiento de que las costumbres norteamericanas son exactas a los absurdos aspectos demostrados en las peores películas.

          —Acaso el idioma sea un escollo para ampliar la amistad y el intercambio intelectual. El entendimiento a fondo del lenguaje es un motivo muy natural de amistad. Nos interesa como amigos quien habla como hablamos. Además la cooperación sea intelectual o de cualquier índole, puede ser afectada por aquello, considerado cualidad, del exceso de patriotismo.

          —El idioma es una rémora para el acercamiento, amiga mía, pero lo del patriotismo es un error; un error bastante difundido, pero es un error. Usted puede querer a sus padres, a su marido, a sus hermanos, a sus amigos, con intensidad y servirlos de igual modo sin disminuir ni molestar ninguno de sus afectos. El amor es menos exclusivista de lo que se piensa: el verdadero amor. Conocerse, saberse estimar, quererse es lo que falta. Analicemos. Las Universidades forman una hermandad universal. Semejanza de estudios, estimación mutua, profundo interés  existe también entre los diversos Institutos de Investigaciones Científicas. En los círculos universitarios y en los científicos esta resuelto y de muy buena manera el problema de la cooperación internacional.

          —En lo que a educación se refiere ¡puede Estados Unidos servirnos de modelo?

          —La educación  de ningún país puede servir de modelo a otro. Los problemas culturales son problemas de índole social. La misión de educar debe responder a necesidades inmediatas o vitales. En Estados Unidos no existe tipo de educación nacional. Cada Estado, cada ciudad, cada distrito, desenvuelve otro sistema. No hay Ministerio de Educación. Una oficina central que forma parte del Ministerio del Interior recoge las informaciones educacionales del país y publica los resultados. Informa y aconseja. Ese es su papel.

          —¿Y cuales son las características, para la instrucción del adulto?

          —Aquí, en Chile, el problema es el analfabetismo. Allá como eso está resulto hace mucho tiempo, se han constituido foros públicos, que son como especie de clubes. Un profesor organiza reuniones para conversar y discutir. Y así, por medio de discusiones dirigidas, aprende con alegría, como de igual a igual. Es un método de suma eficiencia, porque el adulto es reacio a sentirse alumno.

          —Es un hecho que donde el pueblo no cultivado no puede haber arte grande.

          —Y aparte de la cultura se requiere de poder adquisitivo. Donde se produce más, mejor se puede incrementar el arte. De la novela "Gone whith the wind" no se hubieran podido vender cerca de dos millones de ejemplares si no se tratará de un libro escrito en inglés, y editado en un país donde todos saben leer,  y que para leer un libro se compra y no se pide prestado. Los escritores de habla inglesa son los que mejor pueden viven exclusivamente de sus obras.

          A esta altura de la conversación, Amanda Labarca recibe a otra periodista que también viene a entrevistarla.

          El diálogo se convierte en triálogo.

          Somos tres mujeres, y el papel de la mujer en Estados Unidos es el que cobra relieve  por el interés que demuestra la señorita recién llegada de colocarlo en el primer plano de sus preguntas.

          Amanda Labarca  desarrolla su tarea explicativa con tanta profusión, que cada una de sus interlocutoras puede recoger un puñado de conceptos sin robarse "material exclusivo"

          —La eficacia de la mujer en la política, en Estados Unidos ya no se discute —dice Amanda Labarca, su papel es exactamente igual al del hombre. Hay mujeres en el gabinete.

          —Falta que alguna llegue a Presidente de la República. ¿Porqué no puede haber mujeres Presidente si ha habido reinas? No es más difícil gobernar una república que es reino… intervengo.

          —Se le preguntó  a Mrs. Roosevelt algo referente a eso, ya que se le ha señalado como posible candidata, y respondió que todavía la mujer no estaba preparada para tan altas magistratura, pero que en un futuro no lejano podría llegar a desempeñarla.

          Mrs. Roosevelt se ha hecho presente y Amanda Labarca nos describe con entusiasmo su personalidad:

          —Mrs. Roosevelt es una persona interesante en sus aspectos cotidianos que allá se asegura que otro Presidente Roosevelt puede haber, pero otra "firth laday"  (primera dama), imposible.

          Distribuye tan bien su tiempo que es capaz de desarrollar en el día una serie sorprendente de actividades. Empieza por prepararle el desayuno a su marido. Escribe todos los días para los periódicos. Todos los días habla por radio y realiza innumerables visitas de beneficencia. Tantas actividades desarrolla diariamente que gana más dinero que su marido y lo distribuye integro en obras de Beneficencia.

          Quizás cuánto queda por escuchar referente a esta mujer extraordinaria descrita por otra mujer extraordinaria. Pero, es inevitable la despedida.

 


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© Karen P. Müller Turina