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MultiDiálogos
Pepita
Turina
¿EL
ESCRITOR PUEDE TENER MAS DE UN IDIOMA PARA PENSAR
Y PARA ESCRIBIR?
REVISTA “ATENEA. Nº 451, Primer Semestre. Editorial
Universidad de Concepción. Concepción, Chile, 1985,
pp. 207 a 213.
¿Qué
son los MultiDiálogos? Son el producto de la asimilación
reposada de lecturas selectivas, propias de una formación
cultural sólida.
Cuando
Pepita Turina publicó su primer libro de MultiDiálogo
(Editorial Nascimento, 1978) dijo en el prólogo: ‘Los
seres humanos dialogamos errores, dialogamos hipótesis.
Y estos interlocutores, intemporalmente, dialogaron
conmigo, desde el lápiz subrayador o anotador de lecturas,
o desde el oído grabando para mi cerebro rumiante.
Ninguna confidencia es posible, ningún consejo bien
escuchado, ningún sentimiento compartido cuando hay
un tercero. El amor, la amistad y la enemistad exactas
son posibles solamente entre dos.
La
autora es una caja de resonancia que recoge los tonos
de escritores ilustres, de artistas, de personas sin
calificación posible y dialoga con ellos. Dueña de
los temas, invita a participar sobre el motivo propuesto.
Pueden clasificarse los MultiDiálogos como una mágica
incidencia que toca el pasado y el presente. Para
hacerlo se necesita memoria educada, impregnación
de lo que se lee para anexarlo e identificarlo con
el pensamiento propio, adecuación del estilo a los
estilos ajenos, sentido crítico y discernimiento,
poder de síntesis.
Amenidad
y hondura son las características del original contrapunto
que justifica la frase de Nietzsche: Siempre hay uno
que no tiene razón, pero la verdad empieza cuando
hay dos.
[Tito Castillo Peralta]
PTurina.
¿EL ESCRITOR PUEDE TENER MAS DE UN IDIOMA PARA
PENSAR Y PARA ESCRIBIR? El escritor no puede tener
más que un solo idioma para pensar, escribir y hablar
como escritor.
AntoineSaint-Exupéry.
No quiero hablar otro idioma. No se puede escribir
bien un idioma si se utilizan varios.
PTurina.
Para la mayoría de los escritores, por no decir
todos, es verdad. Para el escritor, el lenguaje único
adquiere duración eterna. Permanece obligado a ser
monolingüe.
PabloNeruda.
No se puede vivir toda la vida con un idioma,
viéndolo longitudinalmente, explorándolo, hurgándole
el pelo y la barriga sin que esta intimidad forme
parte del organismo. Así me sucedió con la lengua
española. La lengua hablada tiene otras dimensiones,
la lengua escrita adquiere una longitud imprevista.
El uso del idioma como vestido o como piel en el cuerpo;
con sus mangas, sus parches, sus transpiraciones y
sus manchas de sangre y sudor, revelan al escritor.
PTurina.
Para decir lo que se quiere decir, o acercarse
siquiera a ello, sólo puede hacerlo en SU IDIOMA.
El alma, el pensamiento, sobrellevan un solo idioma;
el que se ha hecho carne en nosotros, el que utilizamos
desde nuestras primeras palabras, el que integra el
ambiente que nos envolvió al crecer. ¿En qué idioma
pensará Elías Canetti que desde niño dominó siete?
GeorgeIvanovitchGurdjieff.
Había tenido que estudiar muchos idiomas en mi
vida, y estaba, pues, muy adiestrado. Puesto que he
llegado a ser en cierta forma un "lingüista",
encuentro necesario observar aquí que es imposible
pensar en un idioma extranjero, aun conociéndolo a
la perfección mientras uno sigue hablando su idioma
materno o un idioma en el cual se acostumbró a pensar.
PTurina.
El hombre de letras sufre, más que otros, la desdicha
del idioma extraño. Exiliados que han padecido el
trastorno del conflicto idiomático se han suicidado.
LeónFeuchtwanger.
Algunos han intentado, con cierto éxito, escribir
en el idioma extranjero; pero a ninguno le ha dado
un resultado plenamente satisfactorio.
PTurina.
Los idiomas son tan expansibles que una vida no
alcanza para extractar su riqueza expresiva que, para
el escritor, es una razón de ser. El escritor no sólo
quiere decir las cosas, sino decirlas bien, y utiliza
el idioma como algo que libre de su claustro al pensamiento
y las emociones. Juan Ramón Jiménez, largo tiempo
habitante del bilingüe Puerto Rico, jamás pronunció
una palabra que no fuera la de su español natal; Ciro
Alegría, en Estados Unidos, César Vallejo, Julio Cortázar,
Gabriel García Márquez, Miguel Angel Asturias, y tantos
otros descollantes latinoamericanos en Europa, no
escribieron ni escriben los libros que publican, en
otro idioma que el que llevaron de sus patrias. Gabriela
Mistral vivió años en países de idiomas diferentes
(Italia, Brasil, Estados Unidos) y para hablar y para
escribir no utilizó otra que su lengua nativa. Marguerite
Yourcenar vive más de 30 años en Norteamérica, y escribió
y escribe siempre en francés.
MiguelArteche.
La fuente de un poeta es su lengua. Por tanto,
mientras no salga de los ámbitos de su lengua —y es
mi caso— no está alejado de sus propias fuentes.
PTurina.
Las expresiones banales, cotidianas, caben de
inmediato en otro idioma. Compartir las simples palabras
se aprende con rapidez y es posible emitirlas. Pero
aquel otro lenguaje...
Rousseau.
…Pero, mudando de lenguas los signos también modifican
las ideas que representan. Se forman las cabezas por
las lenguas, y los pensamientos se tiñen del color
de los idiomas.
PTurina.
El parloteo insustancial que no sale del repertorio
de trivialidad. ¡Qué frío! ¡Qué calor! ¡Qué hermoso
día! Las frases hechas que abundan en los encuentros,
en los momentos sociales, distan de ser necesarias
para el escritor. Esas preguntas y esas respuestas
sólo sirven para subrayar con la voz y la sonrisa
la comunicación social. Nadie duda que el idioma inútil
es posible aprenderlo de inmediato. Es el primero
que aprendemos en un país donde se habla una lengua
desconocida. Sólo que al escritor no le interesa esa
accesibilidad rápidamente posible.
FernandoGonzálezUrízar.
Yo soy en español; en otras lenguas / me siento
fatalmente como un tonto.
PTurina.
España es el país donde los iberoamericanos encuentran
su idioma. Pero, al no faltar las palabras para comunicarse
con los demás aparecen las que mienten, hieren, aburren.
Cuando en mi primer viaje a Europa dejé el Dobro jutro
(Yugoslavia), el Buon giorno (Roma), el bonjour (París)
y llegué al Buenos Días (Madrid), junto con el idioma
conocido empezaron las palabras de más, estorbantes,
triviales, las que se dicen sin ninguna necesidad
de decirlas. En un país de idioma entendible también
se puede estar enmudecida, a pesar de hablar a cada
rato y todos los días. Persiste la barrera natural
de las distancias entre un ser y otro, entre una mente
y otra. Hasta qué punto uno se acerca a los españoles
por el contacto coloquial. En España se encuentra
el “Cómo le va”, que siempre espera por respuesta
el único vocablo que es un descanso, una seguridad
del “hemos cumplido”, sin que al darla tengamos nada
más que añadir. Todos respondemos “Bien”. Nunca dejamos
de dar esa respuesta, aunque estemos sufriendo desagrados,
aunque ese mismo día es posible que hayamos derramado
algunas lágrimas. Hay indignación cuando se escucha
responder que no se está bien. Es un oprobio para
el que nos pregunta, tener que seguir indagando algo
que poco o nada le interesa saber, ayudar, resolver.
Al decir que no-es-ta-mos-bien, surge el enemigo,
precisamente cuando necesitamos al amigo. Esa respuesta:
“Bien”, la damos cada vez que somos preguntados. Es
una obligación.
LuisVargasSaavedra.
En España uno suele pasmarse ante los surtidores
verbales que brotan ornamentalmente de cada boca;
aquéllos son choques de elocuencia, y el caudal cae
y cae, nos cubre, nos empapa y luego se evapora. Muchas
veces no ha sido más que un caudaloso alarde de brío
lingüístico.
PTurina.
El lenguaje igual y “diferente” produce dificultades.
Los españoles tienen más riqueza y exactitud de sustantivos
y adjetivos. Preciosos algunos: sábanas cimeras (las
de arriba), sábanas bajeras (las de abajo). Lo que
los chilenos llamamos “pieza” en España es habitación
(lo preciso). Como más de una vez me tocó buscar alguna,
preguntaba: "¿Tiene una pieza para arrendar?”.
Se me miraba con sorpresa, respondiendo: “Pues, no
sabemos lo que quiere”. En España el primer piso es
la planta baja, y el primer piso es lo que nosotros
llamamos segundo. A los chilenos se nos hace un enredo
buscar a una persona que para nosotros vive en el
segundo, encontrarla en el primero.
LuisVargasSaavedra.
Pronunciamos distinto y pronunciamos estupendamente
nuestros sonidos.
PTurina.
En toda España no se habla bellamente. En Andalucía,
el hablar andaluz persigue con su lengua trabada y
sus letras sin pronunciar. Pué que quié, Javié e múo
(pues que quiere, Javier es mudo). Míe uté, mi mujé
fue a Vitoria en la madrugá (Mire usted, mi mujer
fue a Victoria en la madrugada). Pá sabé, pa mori,
pa bebé, si uté quié sentí... (Para saber, para morir,
para beber, si usted quiere sentir...). Estas son
las frases posibles de ser “traducidas”. Hubo veces
que por las calles o yendo en autobús, oí hablar a
gente del pueblo sin entender nada. Siendo el idioma
que yo hablaba, me era ininteligible. Además, los
españoles creen, y no es tan verdadero, que su lengua
es pura, y que casi no usan palabras de idiomas diferentes.
La tercera parte del léxico español es de origen árabe
ascendiendo a más de cuatro mil el número de palabras
árabes en castellano.
ZegetDeZaki.
De la organización guerrera tenemos: atalaya,
adalid, rebato, alcázar, alcaide, aceifa, alcazaba,
alférez, jinete, alazán, etc. Los arabismos, tomados
al oído, fueron acomodados a las exigencias de la
fonética castellana. Como en tantos aspectos de su
civilización, también en el léxico los árabes fueron
buenos intermediarios. Transmitieron buen número de
voces procedentes de diversas lenguas y las amoldaron
a su fonética, pasándolas más tarde al castellano.
PTurina.
Y como nosotros lo heredamos, en el vocabulario árabe
dormimos almohada, compramos (bazar, almacén), adquirimos
en la farmacia (alcanfor, alcohol, algodón, talco,
elixir), nos sentamos a la mesa donde está la (alcuza,
el azafate), comemos (azúcar, arroz, berenjenas, alfajores,
aceitunas, sandías, naranjas, alcachofas, acelgas),
escuchamos música (guitarra, laúd, tambor), elegimos
colores (azul, añil, carmesí, escarlata), en nuestro
jardín y en los floreros encontramos (azucenas, alhelíes,
azahares, jazmines). Las voces castellanas son tan
impuras como las demás. El escritor fija su lenguaje
por escrito. Sus palabras son silenciosas. Los vocablos
—voz y dicción de la palabra— no son de su incumbencia,
o si lo son, pocas veces tienen que ver con la opulencia
silenciosa. Cuando los elementos acústicos que forman
el sonido. La expresión vocálica, implica el pronunciar
y escuchar palabras, la fonética entra en el desasosiego
que significa expresarse en un léxico que no es el
propio.
LuisVargasSaavedra.
Cada hablante descuella con su propia orquestación
fonética.
PTurina.
En el idioma audible, el chirriar de sones estropea
el oído de aquellos para quienes el lenguaje significa
goce y expresión. Al escritor se le hace desagradable
hablar ridículamente, con palabras pobres, ruines,
con pésima pronunciación. Detesta las palabras mal
hilvanadas, mal dichas, con una fonética detestable.
Es posible que admire sin tratar de imitar a quienes
se atreven a decir las cosas de cualquier modo, identificándose
con el origen de su lengua, aquella que tiene en la
piel, en las células, en el pensamiento, en el organismo
todo, y que si son alemanes hablan un “castellano-alemán”,
si ingleses un “castellano-inglés”, si franceses un
“castellano-francés”, si italianos un “castellano-italiano”,
si yugoslavos un “castellano-yugoslavo”, porque cada
uno tiene la im-po-si-bi-li-dad de pronunciar ciertos
giros. Esa imperfección de la gimnasia lingüística
es torturante para el escritor. Para él la vocalización
insegura, la confusión, el esfuerzo de los músculos
palatinos lo angustia, y lo hieren los deslizamientos
mecánicos de un engranaje donde falta el aceite atávico.
Para él cualquier idioma extraño es una barrera que
poco le interesa trasponer y no se entrena para ello.
El quiere expresar su interioridad, su significación,
la de los instantes únicos, y los balbuceos idiomáticos
no le sirven para dilapidar el tesoro de las palabras.
Sus ejercicios son mentales, anímicos. El idioma tiene
horizontalidad, lo que se habla de corrido, y verticalidad,
la que entra en lo más recóndito y que permanece en
el cerebro. Al escritor la mejor de las lenguas le
parece la suya y lo es, por la potencia expresiva
que determina su expedición.
JorgeLuisBorges.
Un idioma es una tradición, un modo de sentir
la realidad, no un arbitrario repertorio de símbolos.
PTurina.
Al escritor no le faltan condiciones para entender
idiomas al leerlos. Suele ser excelente traductor,
aun dominando a medias una lengua y sabe llevar a
su idioma lo que otros escribieron en la de ellos.
Como entonces desaparece la pronunciación, no existen
las imperfecciones del fonetismo. Del escritor son
las palabras escritas en silencio, cuyo eco, paradojalmente,
adquiere extraordinarias resonancias. La religión,
la ciencia, la farmacia tienen su lenguaje, y el escritor
también lo tiene y él lo define. Menos ocupa los órganos
que tiene dentro de la boca y la garganta que los
surcos cerebrales que monologan palabras susceptibles
de ser comunicadas por medios gráficos. Son palabras
trascendentes por medios no auditivos. El escritor
transmite sus palabras por sus manos y el ciego puede
leerlo con sus manos por el sistema Braille que tacta
las palabras.
LeoGilsonRibeiro.
En realidad, analizados bajo el microscopio objetivo
de la filología, el portugués y el español son las
dos lenguas más semejantes que existen en el grupo
de las indoeuropeas. El portugués hablado (falado)
es ya otro cantar. No hay que olvidar los tratamientos,
pues a pesar de que "usted" y "vocé"
son nietas de la misma abuela (Vuestra Merced y Vossa
Mercé), el vocablo español se formalizó como una señora
aristocrática de Castilla, mientras que el portugués
se volvió íntimo, cariñoso. En Brasil todo se vuelve
tierno. Como decía el gran escritor Eça de Queiroz,
el portugués del Brasil "é portuges com açucar"
PTurina.
Dificultoso es imaginar cómo son los pensamientos
de los políglotas. Pensar en una mezcla de idiomas
es como engarzar palabras, frases, en una cadena hecha
de metales diferentes. Algún sustantivo o adjetivo,
a veces, es factible que refleje mejor algo. “Saudade”,
del portugués, refleja mejor la nostalgia. La “saudade”
es intraducible; es una añoranza dilatada con otros
ingredientes que en ella moran.
MartínHeidegger.
Los hombres pueden comunicar a los demás sus experiencias
triviales y cotidianas, mientras que todas las experiencias
fundamentales son por naturaleza radicalmente incomunicables.
PTurina.
Al viajar y encontrarse en países donde se habla
otro idioma, el escritor es el que se siente menos
perdido. Oye hablar sin saber lo que se dice. Igualmente
nos “habla” el universo y no sabemos lo que nos comunica.
También en el idioma que entendemos nos encontramos
con lo incomprensible, nos explicamos y somos mal
entendidos. Es posible interpretar lo que no se dice
y adquirir un sinfín de conocimientos aparte del lenguaje.
“No se conoce un país ignorando su idioma”. Esto es
una insensatez. Qué tiene que ver la vista con el
idioma y los demás sentidos. Al oído llegan otros
sonidos que no son los de las palabras y que dan a
entender mucho. Cómo no va a ser posible conocer un
país escudriñando unos cuantos de los 700.000 gestos
que, se asegura, tiene el ser humano.
CarlGustavJung.
El desconocimiento del idioma me llevó a observaciones
especiales, a las demostraciones mímicas.
PTurina.
Observaciones inadvertidas o inútiles para los
que entienden el hablar.
JosephBram.
No todos los símbolos son verbales. El uniforme
del policía, el bastón blanco del no vidente y la
calavera y las tibias en la etiqueta de una botella
transmiten su mensaje sin recurrir a la palabra.
PTurina.
El vestuario, los comportamientos, las costumbres.
Ver ceremonias matrimoniales, procesiones religiosas,
observar las comidas, los horarios, las casas por
dentro y por fuera, las iglesias, los cultos religiosos,
los desfiles, las vitrinas, la música, el clima, la
geografía, el “idioma” de los artistas pintores y
escultores. El hablante no es todo el hombre. No se
puede decir que lo que no entra en la parla no esta
en el mundo.
GerhardHelmutSchwabe.
Por mucha sabiduría que tenga la lengua, ya que
en ella se acumulan las experiencias habidas, como
vehículo de la comunicación interpersonal nunca dejará
de ser dudosa. Su misma riqueza de imágenes la pierde,
dando finalmente en la rutina abusiva por convertirse
la novedad en costumbre. La palabra no deja de ser
aproximación, mera sombra chinesca que precisa ser
interpretada por el oyente.
PTurina.
En una entrevista hecha en 1980 al rey Juan Carlos
de España, le preguntaron cómo había conocido a la
reina Sofía y relató que él no hablaba griego y ella
no hablaba español, y, sin embargo, se gustaron y
se entendieron desde el primer acercamiento. Tal confesión
evidencia que, para despertar el amor y cultivarlo,
no se necesita un idioma común, menos entonces para
amar un país, sentirse atraído, preferirlo, sentirlo.
JosephBram.
Sigmund Freud sostuvo que la facultad de manejar
a los adultos y asegurar la obtención de sensaciones
placenteras mediante el empleo del habla establece
en la mente del pequeño en crecimiento una inarticulada
y firme creencia en la omnipotencia de la palabra.
PTurina.
Creer en la omnipotencia de la palabra es infantil.
El que no se ahoga en palabras tiene una visión distinta
del suceder, de la mímica, los gestos. El aspecto
visual muestra presencias puras del vivir. Las palabras
no son la plenipotencia de la vida. Se participa en
ella por medio de mil otros procedimientos y por ello
entendemos lo inmanente.
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